El Michael Knight de Alaska Direct Bus se llamaba Dave. Yo le daba palique y Dave se encendía con su antiamericanismo. Cristobal Colón llegó a las costas del caribe nicaragüense en el año 1502 en su cuarto y último viaje. Suponía subir el primer escalón de un largo viaje que se empezó a gestar 8 meses atrás pero que llevaba circulando por mi interior desde hacía muchos años. Aproveché el espacio (dos asientos, tampoco creáis que aquello era el supercolchón Flex) para dormir como un bendito. Como íbamos solos, aquello era realmente curioso, dos colegas repartiendo periódicos y haciendo cosas tan ridículas como traducirle en este caso yo, con mi cutringlés, el estribillo de una canción de Santana: «Oye como va, mi ritmo, que nos vamos ya, mulaaata». En medio de todo este paisaje blanquecino de repente emerge la Isla Pescado, conocida desde tiempos remotos como Incahuasi. Volvía a viajar solo como el rey de Roma. Este hecho provocó que el día 4 de noviembre de 2019, y pese a ir el equipo en segunda posición, el club decidiera prescindir de Pedro Emanuel, nombrando al histórico jugador del Real Madrid, José María Gutiérrez «Guti», como nuevo técnico del conjunto almeriensista.
De ese día guardo una muesca en el corazón. Debutó contra Huracán, empatando 1 a 1, y en ese torneo finalizó tercero, detrás de River Plate, y el Argentinos Juniors de Maradona. Imaginaos que os dan un tour por un polígono industrial y os van contado que ahí los chinos importan matasuegras y en ese otro almacén fabrican rulos de plástico para peluquerías. Su sucesor en el cargo sería el vicepresidente Pedro Cortés, que ya lo fue brevemente en 1986, y el nuevo vicepresidente sería Jaime Ortí, que también optaba a la presidencia. Sinceramente, estaba tan sobado que hice poco caso a lo que decía el señor conductor. Dave, con su pinta de Walker Texas Ranger retirado, relajó la situación un poco más tarde en la furgoneta contándome que cuando era joven, vivía en Beaver Creek, pueblecito situado en plena frontera. Más tarde entendí porqué. Mi siguiente destino tras regresar de Prudhoe Bay era avanzar desde Fairbanks (Alaska) a Whitehorse (Canadá). Un bus hace el recorrido entre Fairbanks y Tok -unas 4 horas- y el otro entre Tok y Whitehorse -alrededor de 8-. Así que espero que al segundo le paguen más por meterse entre pecho y espalda 16 horas de carretera en un sólo día.
Su lado más humano fue saliendo a flote a medida que pasaba el tiempo con un recital de eructos (lástima no tener prueba sonora), rascada de entrepierna sin miramientos y para rematar su poderoso «arte», le concedí el premio al acto ecológico del día cuando al terminar de comerse un helado de palito, abrió la ventanilla, dijo algo así como «está rico este heladito» al estilo Homer Simpson y lo tiró a tomar por culo. Cena rápida y al sobre, que al día siguiente finalmente iba a pisar el Océano Ártico. Infinidad de horas imaginando aquel inhóspito lugar y ahí estaba, a 0 grados, helado de frío y con el Océano Ártico frente a mí. Allí no hay nada que ver, incluso el acceso al tan ansiado Océano Ártico está prohibido al público. Se colaba en todas las ruinas saltando vallas o adentrándose por los bosques adyacentes y conseguía alojamiento en un par de webs en las que la gente de diversos países ofrece un hueco en su casa: Hospitality Club y Couch Surfing.
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